domingo, 13 de febrero de 2022

Jose Luis Morante dice...


 

CHELO DE LA TORRE. TIEMPO DE MEMORIA




Tiempo de memoria
Chelo de la Torre
Prólogo de Enrique Gracia Trinidad
Epílogo de Arancha Martín Martín
Editorial Nuevos Ekkos
Colección La Palabra Inquieta
Madrid, 2022

 

SENTIR LA VIDA

 

   Me acerco por segunda vez, tras la carta de amanecida que supuso el poemario Ángulos, al pulso poético de Chelo de la Torre (Estación Linares-Baeza, Jaén, 1950) Licenciada en Matemáticas, docente jubilada  e impulsora con Asunción Cabañero de la revista digital Aschel. Aunque su vocación por la palabra despierta casi en su etapa juvenil, no será hasta 2017 cuando ve la luz el ya citado poemario Ángulosimpulsado por la editorial Nazari, en formato bilingüe, gracias al quehacer del poeta y traductor literario Samir Moudi que versionó la voz lírica de Chelo de la Torre al árabe. No es el único espacio de confluencia de lenguas; otros poemas de la escritora se han incorporado al rumano, con traducción de Elisabeta Botan, y a geografías verbales como el inglés, alemán y portugués.
  El poeta e impulsor de talleres literarios Enrique Gracia Trinidad firma la entrada a Tiempo de memoria con un pausado prólogo “Para quedarse aquí” que recuerda, con un punto de distanciamiento e ironía, algunas contingencias de la poeta; en suma, la búsqueda incesante del sentido existencial que dé cuerpo e impulso al discurrir, el carácter catártico y depurativo de la razón poética y el magisterio plural de voces como Jesús Urceloy y Ángel González, por citar solo algunos referentes próximos.  Poesía, por tanto, que propone un viaje intimista en lo temporal y cuyo afán introspectivo no pasa por alto la ecuación de lo colectivo.
  Chelo de la Torre emprende viaje, explorando un trayecto creador que integra cuatro tramos. El primero “Este silencio gris” concede al quehacer metaliterario un espacio básico para el desarrollo argumental. Desde esa actitud de reconstrucción y búsqueda del sentido de la escritura, ese empeño tenaz de que la poesía emprenda vuelo y germine en ella el peso leve de la mirada: “Las palabras resbalan de mis dedos / y los libros se cierran a mi paso, / no quieren dar ideas que no sirvan. / El mar habla de muertes, de pateras. / La sinrazón destruye casas, pueblos. / Se me acabó la tinta china, el folio / que enuncie un nuevo teorema”.
   La sección “Polvo de tiza” tiene un nítido carácter de evocación y recuerdo; aquel tiempo de encerado y polvo de tiza entre las manos, une el sesgo biográfico de la escritora con el personaje poético. De este modo, van aflorando secuencias del quehacer laboral: el aula, la leve estela blanca de la cal, la complicidad de la profesora con la intimidad del alumno que ha presenciado en su casa los malos tratos del padre o las complejas situaciones relacionales que un aula de treinta experiencias vitales cobija en sus pupitres.
   El poemario no cierra los ojos a un tiempo presente definido por parámetros contradictorios.  El apartado “Cada vez que te pienso” se abre con una cita que concede a este abanico de poemas un carácter solidario y explícito. Dejo aquí los versos de Gabriel Celaya como un pórtico que enlaza con los espacios colectivos: “Siento en mí a cuantos sufren / y canto respirando”. Caminan por cercanas aceras el papel callado de la madre que se sacrifica en casa para que los demás tengan un destino más claro, el perfil invisible de tantas mujeres sumidas en estereotipos que nunca lograron definirse en condiciones de igualdad y respeto. Sobrecoge el poema “La niña de la pala” sobre la explotación infantil o la composición “Bombardeo” que recuerda la masacre de una escuela de Siria en 2016 en la que murieron veintidós niños. El sentido crítico contra una sociedad violenta e injusta que multiplica aristas de desigualdad y pobreza también está presente en “Mujer Palestina”, “El hombre que duerme en el parque” o “los dóciles”, un alegato contra el cinismo y la indiferencia.
   Si vivir es sentir el inventario de pérdidas, erosiones y olvidos, la memoria juega un papel esencial en la reconstrucción de sensaciones. El apartado final “Tiempo de memoria” configura un regreso al pasado que anula rincones de lejanía. Como recuerda Joan Margarit, el afán comunicativo de la evocación se va convirtiendo en un único recuerdo de límites imprecisos en el que se visualizan los itinerarios recorridos en un magma informe. El recuerdo despliega historias de familia en la posguerra, ese tiempo sombrío de la carencia, y otros instantes vitales que convierten en niña a quien evoca, o dejan en su mirada la intacta inmensidad del mar. Son fotogramas que, poco a poco, van perdiendo su color, como refleja con hermosa andadura el poema “Me busco”: “Hace días, semanas que me busco, / con ese pensamiento que me oprime / sin recordar la lista de tareas. / Sin saber dónde hallarme”.
   La invitación al pensamiento suma en el epílogo, firmado por Arancha Martín Martín, el cromatismo de la memoria. Con ritmo pausado, el verbo reflexivo de la poeta se adentra en una cristalización verbal que amalgama su “personal visión del mundo”. Tiempo y memoria rastrea la disolución de la identidad en los miradores de lo cotidiano. Chelo de la Torre hace de las palabras un asidero fuerte para encender la luz de la evocación; y lo hace con la cadencia de una poesía precisa, carente de exabruptos retóricos, que guarda en los recodos del tiempo existencial la mirada indagatoria del poema, ese juego de luces que amplifica la fotografía del camino.

 JOSÉ LUIS MORANTE


Si quieres leer los comentarios que en su blog han dejado  el enlace es :


https://puentesdepapel56.blogspot.com/2022/02/chelo-de-la-torre-tiempo-de-memoria.html


Gracias José Luis por tus palabras sobre mi libro.

2 comentarios:

  1. En cada ángulo, se va instalando un poemario: porque todo inicio tiene su camino y cada ángulo, su círculo.

    Enhorabuena, Chelo.

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  2. Un areseña magnífica. Por supuesto, hay que leerte.

    Un abrazo

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