TIEMPO DE MEMORIA:
Rescatar lo perdido. Puede que
sea ese el sentido de toda una vida, o la percepción de los acontecimientos que
van discurriendo frente a nosotros.
Nuestro espejo puede afectarle el hecho de que el tiempo aunque pueda
medirse por cálculos y por medidas o parámetros concretos, le afecta nuestras
actitudes. Nuestra manera de pensar. Estoy convencida que nosotros cambiamos
esas variables, de una forma afectiva o emocional, y que eso, es la única
verdad por la que discurre toda nuestra vida.
Todo es ahora.
Se alargan las ideas, las
palabras, tu sombra,
y se abre la espiral.
El tiempo es el sentir de la
razón,
la mirada del ayer, la hoja
caída,
el limonero de casa de mi
madre,
el chasquido de mis huesos, tus
gafas.
El puente, el agua.
Los poemas de Chelo de la Torre son un vaticinio. Recuerdo a la poeta
argentina Olga Orozco, que en una entrevista decía: cada poema te llega como un oleaje de acuerdo a la época que lo escribiste.
Por eso hay series de poemas que se dan como un único tema, con alusiones a las
cosas que sucedieron en determinado tiempo. Son los que configuran cada libro.
El tiempo y la memoria, juegan un papel permanente.
La memoria actualiza todo; todo es presente; va corrigiendo inclusive
a través de las cosas que nos van sucediendo, les va dando otro olor a pasado.
La memoria interpreta, percibe y trasforma. Su fin es permanecer eterna y perpetua.
El poeta tiene más sustancia en la virtud de callar, que en lo que
escribe. Aunque quizás sea la sabiduría de la poesía, la que extrae en nosotros
la sensibilidad necesaria para convertir las tres líneas temporales: presente,
pasado y futuro, en un recorrido de silencios, porque para escribir es preciso
tener el sentido de la nada. Y la nada es todo un maremágnum de inteligencia y
valor.
Porque solo sé escribir
de mis geometrías rotas,
sigo escribiendo poemas.
Y ella, se deja en el primer
bloque de este libro la pregunta que todos nos hacemos: ¿Por qué y para qué
escribir? El sentido de la poesía es para ella algo, transcendental, metafísico
y matemático (no olvidemos que Chelo ha sido profesora de matemáticas). La
poesía es un símbolo, es un tesoro o una bella escultura que está enterrada
dentro de nosotros, y con la exactitud de la geometría, y del ángulo perfecto,
absorbe su hambre para disparar y descubrir sus huellas:
...y un reloj hambriento que se come las
horas...
....y el poema que no se escribió, y tú y tú
y yo y el reloj que se come las horas...
Dice el poeta y prologuista de este libro Enrique Gracia Trinidad, que
este libro habla de nosotros. Es una
evocación constante del ser humano. En tiempo de Memoria a poesía habla de
niñez, de adolescencia, de aulas, de pasillos, de la madurez (que todo lo
asienta). Habla de la mujer, del
resentido, del cautivo, de la guerra, de los oprimidos. Porque todo se absorbe, todo se convierte en
una necesidad de ser expresado.
Y en el último bloque la paciencia, la madurez ha condensado los años
en una botella. Y la poeta se ve a sí misma en un tiempo fugit.
En el chasquido que convierte en pasado todos los presentes efímeros.
Son los años que han convertido a Chelo en lo que es, a partir de su
jubilación. De dejar la tiza y la pizarra, y sentarse a devorar la escritura.
A ser simplemente lo que la
vida ha hecho de ella: poeta.
...para llegar a los setenta
hay que morirse muchas veces
Autora de la reseña: Isabel Rezmo
Poeta, articulista,
formadora, gestora cultural y prologuista
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